1 de abril de 2014

POR UNA POLÍTICA DE INCLUSIÓN SOCIAL

Esta semana ha sido muy fructífera en cuanto al proceso de agendación de una política pública en específico: "La ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo". Era de esperarse la actitud de los sectores más ortodoxos y "conservadores" (cuando les conviene) de la sociedad, entre ellos la Iglesia católica y evangélica; sin embargo, muy aparte de las posiciones retrógradas y discriminatorias de quienes nunca han respetado los derechos humanos ("ya que son una cojudez"), lo rico e importante ha sido el debate generado, la agendación de dicha política por parte del Estado (laico) peruano, con sendos informes del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, la Defensoría del Pueblo y La comisión de justicia del Congreso.

Debo manifestar, por si las dudas, que soy católico y que estoy totalmente de acuerdo en "La ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo", es decir la forma de convivencia familiar en que, una pareja  vive junta de forma estable y conyugal, con todos los derechos y deberes propios de tal condición. Es justo y necesario ya que este tipo de reconocimiento y unión no es solamente una cuestión sentimental y amorosa, es un cuestión de legalidad, Estado y respeto a los derechos humanos. Desde el punto de vista médico otorgaría al individuo el derecho de tomar decisiones sobre la vida de su pareja; desde el punto de vista económico otorgaría el derecho a la herencia, pensiones y otros beneficios económicos. Los "rituales" que realizan algunas parejas homosexuales en las que se prometen amor y respeto son eso rituales, y no representan ningún compromiso legal que garantice los derechos y deberes mencionados líneas arriba.

Nuestra sociedad es aún muy heterodoxa en estos temas, por lo que creo que legalizar este tipo de uniones sería un buen paso, pero ir avanzando de poco en poco garantizará una mayor comprensión de la sociedad.

Cuando uno firma un contrato laboral, de alquiler, etc., lo hace conociendo las reglas y cláusulas a las que se compromete a respetar y obedecer. Pensar que la Iglesia Católica reconocerá esta unión es imposible, es una ilusión creer que lo va ha hacer ya que las mismas escrituras de la Biblia lo prohíben, por eso critico a los católicos homosexuales que proponen y creen que la iglesia los apoyará en esta lucha. Pero esto no le da derecho a nadie, así sea de la más alta jerarquía eclesiástica, a maltratar, insultar y denigrar a la persona humana sea cual fuese su orientación sexual. Hay modos de hacer las cosas.

En conclusión, cada uno es libre de hacer lo que mejor le parezca con su vida, ojo no confundir libertad con libertinaje porque la libertad es ser libres para hacer lo que queramos siempre y cuando no afectemos ni perjudiquemos a nuestros semejantes; hacer lo que creamos que esta bien, dentro de las normas y leyes (jurídica, morales y sociales) que rigen nuestro comportamiento. 

Siempre lo he dicho y es algo que he creído, lo importante es tratar de ser felices, y por un sentido mínimo de respeto y solidaridad, nadie puede oponerse a eso, nadie.

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