28 de julio de 2013

EN SU CAMINO

La Constitución Política del Perú, en su artículo 118, numeral 7 dice: "Corresponde al Presidente de la república: dirigir mensajes al Congreso en cualquier época y obligatoriamente, en forma personal y por escrito, al instalarse la primera legislatura ordinaria anual. Los mensajes anuales contienen la exposición detallada de la situación de la República y las mejoras y reformas que el Presidente juzgue necesarias y convenientes para su consideración por el Congreso. Los mensajes del Presidente de la República, salvo el primero de ellos, son aprobados por el Consejo de Ministros". El día de hoy hemos sido testigos de un discurso más en el sentido tradicional, pero un discurso menos en términos de la cuenta regresiva que inicia hoy el presidente Ollanta Humala camino al término de su gestión, el día de hoy el presidente ha desaprovechado una gran oportunidad para reencontrase con la sociedad y con la población que lo eligió y que creyó en las múltiples promesas que hasta la fecha solo quedan en el recuerdo.

El discurso de poco más de 1 hora, ha sido muy frío en término de propuestas concretas de solución a los problemas más álgidos que experimenta la nación en los últimos meses, ausencia de planteamientos concretos y de reformas necesarias en el aparato estatal que hacen sospechar que estos últimos años serán de, como ya se dijo desde el 2011, años de "piloto automático". Temas tan importantes como los conflictos sociales, especialmente los ligados al tema minero; la política cultural del Estado, la situación del sector agropecuario, así como la ausencia de la selva y sus múltiples problemas han marcado la pauta de este discurso.

Como bien lo mencionaba Pedro Olaechea, hoy en la mañana, el discurso para él ha sido adecuado y pertinente, conclusión válida ya que Pedro, quién representa al sector empresarial, no se inmuta a menos que se toque el sistema económico y las leyes inalterables del mercado. En temas económicos este discurso es marca el continuismo de una política económica que si bien es cierto ha generado un constante crecimiento económico, aún no encuentra el camino adecuado para lograr el tan mentado desarrollo e inclusión social, temas tocados muy tangencialmente en comparación al año pasado.

El poco más de 30% de aprobación que tiene el presidente Humala, que si bien no es poco en comparación a sus antecesores en el mismo período de tiempo, debió haber hecho que Humala haga un mea culpa de las acciones tomadas por su gobierno en las últimas semanas, resulta preocupante que teniendo a médicos, enfermeras, trabajadores del sector público, estudiantes y jóvenes universitarios en las calles protestando por las últimas medidas del gobierno, Humala no se haya referido para nada a ellos, más bien los llamó a seguir "indignándose antes las injusticias"; el presidente desaprovechó una valiosa oportunidad para reencontrase con el pueblo, ese mismo que lo eligió no por ser la mejor opción, sino porque no quedaba de otra.

El camino que inicia Humala el día de hoy será difícil, con los precios de los minerales (como él mismo lo dijo) a la baja, con un crecimiento económico por debajo del esperado, con miles de habitantes en las calles, con una clase política (incluido su propio partido político) desprestigiada y con una ausencia real de liderazgo del mandatario; todos estos factores hacen presagiar que se le vienen meses turbios al presidente y al país. Confiemos en que este gobierno, que si bien es cierto no es dictatorial, tiene varias características de un régminen autoritario. Esperemos que no recurra a la violencia del Estado para aplacar los reclamos de la población, reclamos que él mismo generó y propició al no cumplir sus promesas y al "transformase" en el Ollanta Humala que reniega del plan de "La Gran Transformación" que lo llevó a ganar las elecciones.

22 de julio de 2013

POLÍTICAS PÚBLICAS E INSTRUMENTOS

La definición de políticas públicas que plantea Subirats, si bien es extensa, engloba tres elementos que, en mi opinión, son importantes: el problema público, la intencionalidad de la política y la obligatoriedad de su acatamiento. 

  • En primer lugar, hay un problema público, y su carácter de público nace del hecho de que afecta a un considerable número de habitantes; pero, ¿quién define qué es un problema público y qué es un problema privado (no público)? La propia definición nos da la respuesta: diferentes actores (públicos y privados) siempre bajo la mirada atenta del Estado y sus instituciones. 
  • El segundo elemento del análisis y de la definición tiene que ver con el sentido de la política pública en cuestión, y responde a la interrogante ¿Para qué? Pues bien como se menciona en la definición, para modificar la conducta de los grupos sociales que originaron el problema. 
  • Finalmente, el tercer elemento está relacionado a la interrogante: ¿el Estado puede hacer eso? La respuesta está en la misma definición del Estado: si; ya que es el estado la única institución que ejerce ese poder de coerción (obligatoriedad) sobre la población, por medio de los diversos instrumentos con los que cuenta para lograr la obediencia de la población.

Los instrumentos de políticas son las diversas formas, medios o técnicas en que las políticas públicas se concretizan, es decir se materializan de forma específica, por medio de las cuales las autoridades del gobierno intentan generar algún cambio en la sociedad y solucionar un problema determinado como público. 

En mi opinión, considero que son dos los objetivos principales de los instrumentos de política:
  • En primer lugar, el ser mucho más específico que la política; las políticas son grandes líneas generales, en cambio os instrumentos son las formas, mucho más específicas, en que podremos llegar a cumplir con esas metas generales.
  • En segundo lugar, y tal vez el objetivo más importante, es el de generar algún cambio en la sociedad, ya que es ese el fin último de las políticas públicas: modificar conductas sociales.

Siguiendo a Vedung, podemos establecer los siguientes ejemplos:

CLASES DE INSTRUMENTOS
EJEMPLOS
Económicos
v   A  nivel nacional podemos mencionar el subsidio del Estado a la gasolina, que se dio por mucho tiempo, por medio del cual el Estado asumía cierto porcentaje del precio de la gasolina para no perjudicar a los consumidores.
v  A nivel internacional podemos mencionar, como parte de la política de comercio internacional, los acuerdos o tratados comerciales en los que se establecen la eliminación de ciertos impuestos para facilitar el comercio internacional (TLC).
De regulación
v  A nivel nacional, podríamos mencionar la recientemente aprobada ley de la “Alimentación Saludable”, por medio de la cual el Estado obliga a la población escolar a asumir comportamientos y hábitos de alimentación saludable.
v A nivel internacional podemos mencionar la política poblacional en China, por medio de la cual el Estado regula el número de hijos que las parejas pueden tener (sólo 1) con severas sanciones a quienes no cumplan con esta ley.
De información
v    A nivel nacional, podemos mencionar la reciente promoción, en el marco de la Política pública de fomento al Turismo, de tratar bien a los turistas extranjeros, tratando de concientizar a la población para que no abuse de los turistas, ya que ellos pueden informar a sus compatriotas, por efecto réplica, de las bondades y atractivos turísticos de nuestra patria y aumentar los ingresos económicos por este sector.
v A nivel internacional, son las diversas acciones de concientización y difusión de información acerca de la realidad sísmica que se poseen países como Japón, EE.UU., México, etc.; todo esto en el marco de la Política Pública de Desastres Naturales, por medio de información oportuna se intenta generar conciencia en la población para poder actuar de la mejor forma en caso de desastres naturales.

16 de julio de 2013

HOY, CON GOOFMAN

El día de hoy me pasó algo curioso que comprueba aquellos postulados que planteaba Erving Goofman en su conocida obra "La presentación de la persona en la vida cotidiana" , este destacado sociólogo canadiense planteaba, entre otras cosas, que la vida es un teatro y que las personas somos actores que debemos interpretar diversos papeles de acuerdo al momento que nos toca vivir o a la situación en la que nos encontremos; los problemas sociales surgen, para Goofman, cuando el sujeto confunde roles y escenarios.

Bueno yendo a lo que me pasó hoy, tenía clases en el colegio donde laboro, aprovechando un receso me dirigí a una tienda cercana para poder imprimir unos exámenes, estaba esperando la impresión de dichos documentos cuando una señor se me acerca y me dice: "¿Es Ud. el profesor Berrios?", a lo que respondí afirmativamente, acto seguido la señora empezó a manifestarme que era madre de una alumna del colegio, cuando en ese momento decidí interrumpirla y de la manera más cordial le dije que ese no era el lugar adecuado para hablar sobre aspectos académicos y la invité a que se dirija al colegio y me espere en la oficina respectiva para poder hablar con más calma; la reacción de tan distinguida dama fue voltearse y decirle a su acompañante: "No me quiere atender" . Pensé que no había pasado nada más, cuando a la hora de la salida, la secretaria del colegio me cuenta que dicha madre se fue a quejar con ella de mi "mal trato", que según la madre "nunca la habían tratado tan mal" y con los ojos enjugados en lágrimas manifestaba su indignación.

Claramente, en este hecho anecdótico podemos usar un poco a Goofman, la madre confundió escenarios, pensó que como yo estaba donde ella quería yo tenía la obligación de atenderla, craso error, para eso existen lugares y espacios adecuados para cada actividad; debo suponer que la señora no duerme en la cocina ni se baña en su sala; debo de suponer que si se siente mal físicamente asisten a un hospital y no a una clínica veterinaria; debo suponer que si su hij@ desea ir al parque, no l@ lleva al colegio. El problema es que muchas personas confunden escenarios y creen que las personas están a su libre disposición en el momento que a ellas les de la gana; lamentablemente no es así, existen espacios adecuados para cada cosa y para cada situación, no confundamos el respeto por esos espacios con alguna falta a las personas que no lo respetan.

En lo personal me molesta que estando en un espacio (escenario) distinto, me pregunten sobre otro espacio (escenario). Cuando voy a un restaurante a comer no voy a bailar; cuando enseño, no estoy jugando. Cuando estoy en el colegio atiendo a padres y madres de familia el tiempo que sea necesario, mas no en otros lugares, ese es el escenario y no otro. Debemos formar a nuestros adolescentes en el respeto a los espacios y en el respeto a las personas, caso contrario tendremos problemas sociales que pudimos evitar, pero por nuestra soberbia o ánimo de hacernos las víctimas no los pudimos hacer.

11 de julio de 2013

NO ME DEFIENDAS, COMPADRE

Steven Levitsky es un buen analista político que ha escrito excelentes libros de política comparada y que hace también agudos análisis de coyuntura peruana y latinoamericana. Es, además, un buen ciudadano cuyo corazoncito late por los demócratas en los Estados Unidos y por una inexistente “coalición paniagüista” en el Perú. Su candidato ideal, por confesión propia, es Gastón Acurio, lo que habla bien de sus buenos gustos culinarios. Lo que quiero decir es que no hay un análisis inocente de coyuntura y que el analista, por más esfuerzos que haga por controlar su subjetividad, se juega también una pichanguita en los fríos marcos de su pretendida objetividad analítica.

Como analista ha escrito en este diario un artículo que, a contrapelo de su título (En defensa del Frente Amplio), parece más bien la descripción de un largo viacrucis de la izquierda.

Steven sostiene, en resumen, que en el corto plazo el Frente Amplio (FA) va muerto y que en el largo plazo, cuando todos estaremos (efectivamente) muertos (Keynes), podría tener éxito. Concluye su análisis martirológico con una pizca de humor negro: “En 2026, tal vez el FA estaría en condiciones de competir con Alan, que solo tendría 77 años”. Por favor, querido Steven, el FA –supongo– quiere ganarle a un mejor adversario para que su triunfo tenga el sabor de la gloria. Concédele, al menos, ese honor.

¿En qué basa Levitsky estas apuradas conclusiones? Para el corto plazo, los argumentos son los siguientes: la unidad de la izquierda como solución es un mito, la izquierda carece de una base social sólida y no tiene líderes con capacidad electoral y, finalmente, existe un poderoso antiizquierdismo (sobre todo en Lima). En San Isidro –supongo– este antiizquierdismo debe llegar al paroxismo. Para el largo plazo, Levitsky sostiene que “una izquierda sana haría bien a la democracia”, que no está condenada al fracaso porque hay un pequeño espacio electoral y también un espacio social de un tercio de descontentos con el establishment, que podría consolidarse si maneja bien sus diferencias, si no plantea recetas para la derrota electoral (recuperar el socialismo), si construye un perfil más amplio (que involucre a la clase media) y si se modera como lo hizo Humala en la segunda vuelta.

¿Es la unidad de la izquierda un mito? Puede ser, pero es un mito movilizador, políticamente productivo por varias razones. En primer lugar, ha sido y es una exigencia de las bases de todos los pequeños partidos y es una aspiración de las bases sociales en las que influyen.

En segundo lugar, a la izquierda peruana le ha ido bien cuando se ha presentado unida y le ha ido mal cuando ha ido dividida a la lucha electoral. Esa es la experiencia histórica. En tercer lugar, el todo es más que las partes en la sociología y en la política. La suma aritmética de Levitsky es equivocada. En la política de la izquierda funciona el álgebra más que la aritmética: Menos por menos da más. Reconozco que hay sumas que restan: la coalición del Apra con la oligarquía o con el fujimorismo, por ejemplo. En cuarto lugar, la representación monopólica del amplio espacio social de los contestatarios puede dar buenos resultados electorales en el corto plazo.

Reconozco también que el FA carece, por ahora, de líderes con arrastre electoral, pero tenemos dos años para descubrirlos o construirlos. No es una tarea muy difícil si tenemos en cuenta el desolador panorama de los poco edificantes liderazgos políticos de centro y de derecha en el Perú actual. Vuelvo sobre el largo plazo.

Por: Sinesio López

7 de julio de 2013

EN DEFENSA DEL FRENTE AMPLIO

La formación del Frente Amplio de izquierda (FA) ha generado más escepticismo que entusiasmo. Después de casi 25 años de fracaso e irrelevancia electoral, otro relanzamiento de la izquierda parece una película ya vista varias veces.

De hecho, el FA nació débil. La idea de la unidad como solución es un mito. Juntar seis partidos chiquititos no garantiza más que un frente chico. Ningún miembro del FA tiene más de 1% del voto. Unidos, no representan más de 4 o 5%.

En comparación con otras nuevas fuerzas de izquierda en América Latina, como el Frente Amplio uruguayo, el PT brasileño, el FMLN salvadoreño, y el PRD mexicano, el FA carece de dos cosas importantes. La primera es una base social. Los demás partidos tenían vínculos a organizaciones sociales fuertes (sindicatos, la iglesia progresista, movimientos sociales) que les permitieron construir una sólida base popular. El FA peruano no los tiene. Los sindicatos son muy débiles, y aunque el FA tiene vínculos a movimientos de protesta en algunas provincias, son muy localizados. De hecho, los aliados sociales del FA son poco representativos de los sectores populares en el Perú actual.

Segunda, el FA carece de líderes con capacidad electoral. Guste o no, en una democracia presidencialista (y sobre todo una sin partidos como la peruana), los buenos candidatos son imprescindibles. Todas las nuevas izquierdas exitosas en América Latina tenían candidatos nacionales con amplio apoyo popular (Lula en Brasil, Cárdenas y López Obrador en México, Vásquez en Uruguay). El FA peruano no tiene una figura ni remotamente parecida.

Además de estas deficiencias, el FA enfrenta otro desafío que no existe en los demás países: un poderoso antizquierdismo, sobre todo en Lima. Gracias a la violencia senderista, parte de la sociedad peruana tiene una fuerte alergia a los símbolos, discurso, y prácticas (incluyendo la protesta) de la izquierda tradicional.

En una sociedad sin demasiada simpatía hacia la izquierda, y sin candidatos viables o mucha presencia en los sectores populares, las perspectivas del FA no son muy buenas.

Pero me parece un esfuerzo valioso. Primero, en un país (casi) sin partidos, donde el hiperindividualismo político está haciendo daño a la democracia, cualquier esfuerzo para construir un proyecto partidario–y no solo una carrera personal– debe ser aplaudido.

Segundo, una izquierda sana haría bien a la democracia. Donde existe una izquierda sólida, no hay populismo. El electorado percibe diferencias reales entre los partidos, lo cual aumenta la legitimidad del sistema. Hoy, la oferta electoral para 2016–Alan, Keiko, PPK– solo ofrece distintos sabores de derecha. Una izquierda viable generaría más debate programático y serviría como contrapeso a la derecha, cosas que me parecen sanas.

Aunque nació débil, el FA no está condenado al fracaso. Primero, hay espacio electoral. Según una encuesta de GfK, 10% del electorado se identifica como izquierdista. Un porcentaje mayor–hasta un tercio– quiere cambios radicales en la política económica. Estos últimos eran votos humalistas, pero habrá nacionalistas descontentos en 2016, y muchos estarán disponibles. Por otro lado, el colapso del toledismo dejaría un espacio vacío en el centro democrático.

Segundo, algunas de las deficiencias del FA no son tan destructivas como se cree. Por ejemplo, el FA es, sin duda, muy heterogéneo: contiene marxistas y socialdemócratas; antimineros y extractivistas; defensores y críticos de los regímenes en Cuba y Venezuela. Pero había semejante diversidad ideológica en el PRD, el PT, el FMLN, y el FA uruguayo. Las diferencias internas son un desafío –se necesitan mecanismos para contenerlas– pero no tienen que ser fatales.

Tampoco sería fatal si inicialmente, el FA se posicionara demasiado a la izquierda. Es cierto que ideas como la “recuperación del socialismo” (Marco Arana, demostrando en una entrevista en El Comercio que no está listo para las grandes ligas) son una receta para la derrota electoral. Pero perder las primeras elecciones no es la peor cosa del mundo. Y puede tener ciertas ventajas. Según el politólogo Noam Lupu, para crear identidades partidarias fuertes, los nuevos partidos deberían diferenciarse de los demás, estableciendo un perfil claro y consistente. Correr a la izquierda y perder, después convertirse en una oposición seria, ayudaría a consolidar una marca partidaria, como ocurrió en Brasil, El Salvador, México y Uruguay en los años noventa.

Eventualmente, el FA tendrá que escoger entre ser un partido testimonial, fiel a sus principios pero irrelevante en términos electorales, y ser un partido capaz de ganar elecciones. El primer camino ya es muy conocido por la izquierda peruana. Para seguir el segundo camino, el FA tendría que encontrar un candidato viable (que probablemente no esté entre sus filas), construir un perfil mucho más amplio (que apela a la nueva clase media, que no parece muy atraída por el perfil tradicional de la izquierda), y, probablemente, moderarse. En otras palabras, la izquierda tendría que recurrir a un camino parecido al del humalismo en 2011 (una experiencia que pocos en la izquierda quieren repetir).

Pero existe un camino intermedio entre el partido testimonial y la “gran transformación” que sufrió Humala en 2011. El FA puede buscar establecerse, por ahora, como un partido de oposición serio. Podría mantener un perfil más izquierdista en 2016, apuntando al 10% del electorado que tiene una orientación izquierdista (No sería fácil. La izquierda no supera 2% del voto desde 1990. Necesitaría un candidato mucho mejor que los que tiene hoy.) Un rendimiento electoral de 8-10% no ganaría la presidencia, pero sí permitiría la elección de algunas caras nuevas al Congreso. Si los nuevos congresistas hicieran una oposición creativa, capaz y honesta, ayudaría a establecer al FA, poco a poco, como un partido de oposición serio.

Probablemente habría otra derrota en 2021. Pero una década en la oposición, como una fuerza legislativa seria, haría posible la formación de una identidad partidaria, el surgimiento de una nueva generación de líderes (algo imprescindible para la izquierda), y la acumulación de experiencia y, quizás, credibilidad.

En 2026, tal vez el FA estaría en condiciones de competir con Alan, que solo tendría 77 años.

Por : Steven Levitsky