14 de junio de 2013

ENFOQUES SOBRE IDENTIDAD, DISCRIMINACIÓN Y GLOBALIZACIÓN

El pasado miércoles 12 de junio fui invitado, junto con Jorge Bedregal, Jorge Zegarra, Bruno Van Der Mat y Pedro Peralta al Conversatorio-taller: "Enfoques sobre Identidad, discriminación y globalización"; evento realizado en el marco del XXIX aniversario de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSA. Al respecto realicé una reseña de un libro que considero fundamental para entender la relación entre cultura y globalización, me refiero a "El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global" del profesor George Yudice, a continuación los dejo con algunas ideas de dicha presentación:

En este interesante texto, Yudice expone el argumento que guiará el desarrollo de toda la lectura: el papel de la cultura se ha expandido de una manera sin precedentes al ámbito político y económico, producto del proceso de globalización, de la misma manera, las nociones clásicas que manejábamos sobre la cultura han sufrido cambios y transformaciones nunca antes vistos. Abordar el tema de la cultura, hoy en día en tiempos de globalización es abordarla como un recurso a ser usado para el desarrollo y progreso de una nación, es decir, la cultura como un elemento esencial para el mejoramiento socioeconómico de las condiciones de vida de la población.

Durante muchos años la cultura fue vista como sinónimo de educación, de ahí que sólo una minoría privilegiada de la población era “culta”; con la masificación de los sistemas educativos, se transformaron esas visiones, más aún con el desarrollo y expansión de la globalización, lo que facilitó las migraciones pluralizando los contactos entre pueblos, rompiendo las fronteras físicas y creando una “Aldea Global”.

Como parte del proceso de reducción de las funciones del Estado, propio del sistema neoliberal actual, los incentivos al desarrollo cultural nacional fueron disminuyendo, solamente el Estado intervenía en temas de restauración de uno que otro edificio o monumento que representaban símbolos de expresión cultural, dejándose de lado otros elementos culturales importantes como la música, el teatro, el cine, etc. La propuesta de invertir en capital cultural representa un intento fallido, como los del incentivo al capital físico (1960), capital humano (1980) y capital social (1990). Pero de lo que no se dan cuenta es que la cultura es uno de los elementos más importantes en la construcción de la ciudadana y de la identidad nacional, elementos claves para el desarrollo nacional. El autor reconoce que existen muchos proyectos de desarrollo cultural, la pregunta es ¿en cuál invertimos? Y la respuesta es la misma: en la que nos genere ganancias; nuevamente aparece el carácter intrínseco de la globalización actual: la ganancia. La cultura por sí misma nunca será financiada, a menos que genere ganancias. La gran parte de proyectos financiados por el Banco Mundial, en temas de cultura, son referidos a educación y renovación urbana; esto obliga a los diseñadores de proyectos con base cultural a elaborar dichos proyectos con una visión de utilidad, caso contrario no podrán contar con el apoyo necesario.

Pero dentro del desarrollo de la economía cultural, existen elementos culturales, como la música, las películas, etc., que son esenciales para la identidad cultural y que no deberían estar sujetos a los mismos términos comerciales que cualquier otro producto, dentro de este marco surge lo que se conoce como la división internacional del trabajo cultural, según la cual se poseen los derechos y se gerencia la producción de contenidos a partir de centros de comando y control diseminados en red y la creación cultural es tratada cada vez más como un servicio contratado. Igualmente que la división internacional del trabajo generó grandes transformaciones, todas ellas explicadas por Émile Durkheim y Karl Marx, hoy en día esta nueva división internacional del trabajo cultural están trasformando las sociedades posindustriales actuales, como por ejemplo el turismo cultural y el desarrollo de las artes. Según Manuel Castells, al desarrollo normal de las grandes urbes se adhieren desarrollos anexos referidos a temas culturales, y en el turismo lo podemos ver con mayor claridad: se inaugura una carretera inmediatamente aparecen restaurantes, bares, tiendas de recuerdos, etc. Esto es lo que Yudice llama “creatividad económica”, pero basada en la inclusión multicultural, es decir reconocimiento y respeto de las diferencias culturales.

Yudice toca el tema de la ciudadanía cultural, elemento, que en mi opinión es uno de los más importantes en el texto, ya que la formación de la ciudadanía pasa por el sentirse identificado con su país, quererlo, respetarlo y sobre todo cuidarlo. Lamentablemente la construcción de una ciudadanía cultural está, en nuestros países, estancada debido a la falta de reconocimiento de los derechos culturales que deben ser respetados y reconocidos igual que los derechos políticos, sociales y económicos. En la visión de Yudice los derechos económicos y políticos no se pueden comprender si se los separa de los derechos culturales, es decir, la cultura da pié a los demás derechos. En esta misma línea Rosaldo postula que la ciudadanía cultural implica una “discriminación positiva”, es decir una adhesión a grupos étnicos similares al de un individuo que le den confianza para poder participar en la esfera pública y en la política, en otras palabras, fortalecería la democracia actual al tener dichos grupos mayor representación política.

Si consideramos a la cultura como un recurso, tal como lo propone la globalización neoliberal actual, dice Yudice, entonces como cualquier otro recurso podemos guardarlo, es decir, tenerlo como una reserva disponible para cualquier momento; esta visión arcaica es la que corresponde a la visión de la cultura sólo como una construcción humana y que se debe mantener en un museo. La cultura está en permanente cambio y transformación, ya que los generadores de la misma son los seres humanos que día a día cambian y se trasforman dentro de la sociedad.

En este punto del debate el autor introduce el término de performatividad, lo que quiere decir que debido a su inevitable conexión con la vida de los individuos, con su identidad individual y colectiva, el uso de la cultura construye realidad. Esto quiere decir que por medio de la cultura se encausan significados y actos, las experiencias identitarias individuales y colectivas son reguladas, ordenadas, normativizadas a través de su reiteración (por medios técnicos y masivos). Yudice plantea que la globalización aceleró la trasformación de todo en recurso, que la trasformación de la cultura en recurso generó una nueva episteme, es decir un nuevo conocimiento: la performatividad.

Mucho se ha dicho y propagado que las condiciones actuales de la globalización difunden la lógica prevaleciente es la diferencia y no la homogeneización, pero los múltiples procesos intrínsecos dentro de la misma globalización hacen notar al autor que existe una relación de conveniencia entre la globalización y la cultura, por cuanto hay una adecuación entre ellas. La globalización proporciona la difusión de los procesos, ideas, símbolos, ideales (cultura) que impulsan de manera creciente la economía y la política, ratificando la idea de la cultura como recurso.

La última relación que el autor establece es la de la cultura como recurso a la política, la cultura es muy conveniente en cuanto recurso para alcanzar un fin, es como lo escribimos líneas arriba un componente principal de la episteme posmoderna, propia de fines del siglo XX, en el cual la representación es la relación entre las palabras y las cosas en el mundo ordenado del soberano, las nuevas técnicas de gobierno o administración pública; la ley ocupa un segundo lugar en la internalización de las normas. El gobierno se convierte en dominador y controlador de la vida y de la muerte. Pero el autor no se conforma con esta explicación, por el contrario propone una cuarta episteme basada en una relación entre las palabras y el mundo, es en esta nueva etapa que desarrolla ampliamente la idea de performatividad, la misma que alude a los procesos mediante los cuales se constituyen las identidades y entidades de la realidad social por reiteradas aproximaciones a modelos; y recordemos que la formación de identidades es fundamental para la construcción de ciudadanía. 

En síntesis podemos afirmar que el carácter especial del proceso de globalización actual le imprime un sello especial a los elementos de la sociedad, y la cultura no es ajena a esto. Para la elaboración de proyectos culturales o de desarrollo turístico-cultural, debemos considerar la ganancias que generaremos para de esta manera obtener el apoyo económico de instituciones financieras, caso contrario nuestros planes quedarán en el archivo, es esta una de las ideas del autor: es imposible pensar en no acudir a la cultura como recurso. La cultura también debe ser vista y considerada tan importante como otros elementos sociales actuales y no debe ser relegada a un segundo plano, ya que es la base de la construcción de la identidad nacional, felizmente en el ámbito académico ya se va notando el cambio y la preocupación por el tema cultural, pero esto implica necesariamente la toma de una posición específica, aunque aún existan personas que busquen la objetividad y neutralidad de valores como creía Max Weber. Gracias.

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