31 de enero de 2012

POR QUÉ EL INFORME DE LA CVR NO BASTA

El pedido de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de abrir un proceso contra el Estado Peruano por el Caso Chavín de Huántar y la pretensión del Movadef, de inscribirse como partido político legal ante el Jurado Nacional de Elecciones han puesto nuevamente en el debate público la interpretación de nuestro pasado reciente. El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (IFCVR), grupo de trabajo en el que colaboré como investigador, vuelve a ser el blanco de acusaciones y consiguientes defensas. Para sus opositores, se trata de un documento sesgado por la carga ideológica marxista de la mayoría de los comisionados que lo dirigieron y, por lo tanto, no es un referente válido para reconciliar el país. Para los que suscriben sus recomendaciones es un trabajo solvente que dice verdades incómodas y a ello se debe el rechazo que genera. De este modo, la clase política termina dividiéndose en torno a estas discrepancias, en un contexto en el que se deberían enfatizar los acuerdos para no repetir los errores del pasado.

Considero que el IFCVR es el esfuerzo más logrado de reconstruir una narración de país sobre una de sus mayores crisis, pero luego de casi diez años del inicio de dicha investigación, es insuficiente para lograr su objetivo mayor: la reconciliación de los peruanos. Lamentablemente sus conclusiones han sido objeto de politización, cuando deberían estar por encima de cualquier intento politiquero. Sus partidarios han caído en la defensa cerrada, acrítica, elevando sus argumentos a una estatura casi sagrada, portadora de una superioridad moral que no corresponde. Sus detractores han identificado sus puntos flacos, que contrastados con la realidad, no pueden pasarse por alto. Por ejemplo, al enfatizar la pobreza y la exclusión social como factores principales que explican la violencia (notable sesgo ideológico) se legitima intelectualmente una justificación que, en versiones más tergiversadas, puede ser usada en contra de la democracia.

Esas fragilidades argumentativas se agudizan por el hecho de que varios sectores políticos se sienten excluidos de una narración que busca ser integradora. Estas deficiencias están desbordando la idoneidad del texto como una brújula para leer el futuro en base al pasado. En casi una década, en vez de ganar legitimación, los argumentos del IFCVR se perciben más vulnerables. De este modo, la derecha no solo logra desprestigiar este documento, sino además crear sus propias lecturas históricas. La mayor prueba de que en la cultura política contemporánea existen narraciones alternas más exitosas es el alto porcentaje de votos alcanzado por el proyecto político de un líder preso por violar los derechos humanos. El fujimorismo, sin informe ni comisión, ha generado su propia interpretación de la violencia, que es seguida a pie juntillas por al menos un 20% de peruanos.

A estas alturas, tenemos verdades parciales, divididas, fragmentadas. Miramos nuestra nación frente al espejo lamentable del olvido, aún escindidos, fracturados y con memorias difusas e incoherentes entre sí. La amenaza de Movadef debería ser una alerta para que las fuerzas democráticas, de izquierda a derecha, establezcan acuerdos mínimos que no solo reconozcan el sufrimiento de las víctimas, sino, en igual medida, la dignidad de los que lucharon por defender al Estado. Y esto pasa indefectiblemente por considerar el valioso aporte de la CVR como una verdad necesaria pero insuficiente. Esta reconstrucción de la memoria histórica es el primer paso de un proceso mucho más largo, en el que los actores democráticos tienen la responsabilidad de involucrarse activamente, desde la política y la academia. El radicalismo violentista es una amenaza latente, pero sus intentos por legitimarse no deberían tomarnos desprevenidos.

27 de enero de 2012

HATUN WILLAKUY. VERSIÓN ABREVIADA DEL INFORME FINAL DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN

Las dos últimas décadas del siglo XX constituyeron uno de los momentos más trágicos de la historia del Perú. El conflicto armado iniciado por el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso y la respuesta armada del Estado arrojaron un saldo de decenas de miles de muertos y desaparecidos, además de numerosas personas sometidas a torturas, secuestros, detenciones ilegales y varias otras formas de violación de sus derechos fundamentales. La Comisión de la Verdad y Reconciliación investigó durante dos años los crímenes cometidos en aquellos veinte años de horror y deshonra para la Nación y reconstruyó, atendiendo a la palabra de las víctimas, la compleja y terrible historia de la violencia; los delitos y sus responsables; el profundo y persistente dolor de los sobrevivientes; las motivaciones, ideologías y estrategias de los actores armados; y las faltas y omisiones de la sociedad peruana que hicieron posible la tragedia. El Informe Final de la CVR expone los hallazgos de esta investigación y se presenta como una lección histórica que los peruanos debemos saber recoger. Hatun Willakuy, la versión abreviada de aquel informe que se publica ahora, presenta lo esencial de ese gran relato con la intención de que él sea acogido por la mayoría de los peruanos y de que, así, sobre la base del conocimiento de la verdad, la Nación inicie el camino hacia una reconciliación con justicia y convicción democrática.

Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2008)

26 de enero de 2012

SENDERO DE LA MEMORIA

Los últimos días se ha producido un fuerte debate en el país, en torno a la inscripción de la agrupación política prosenderista MOVADEF, la misma que, según las observaciones hechas por el Jurado Nacional de Elecciones, podría cumplir su objetivo de inscribirse oficialmente y legalmente como partido político, con el único objetivo por el cual se constituyen los partidos políticos: llegar al poder, haciendo uso del sistema democrático que quisieron destruir en los años ochenta y noventa.

El debate ya produjo sus primeras bajas y las consecuencias van mucho más allá de ellos mismos, una profunda crisis del actual gobierno del presidente Humala y de su partido, el mismo que esta conformado por viejos izquierdista que hace 30 años, y pensando que la revolución estaba a la vuelta de la esquina, manifestaban sus simpatías por Sendero Luminoso, y que hoy, ante las declaraciones del presidente Humala (que en una entrevista a un diario español dijo no ser de izquierda), han empezado a separarse de las filas oficialistas.

Este debate llega a la calle, a la gente común y silvestre y de este grupo, los más vulnerables son los jóvenes. Con vergüenza ajena observo cómo estos jóvenes no saben nada sobre la época de terror y de violencia interna que vivió el país por cerca de 30 años, no saben quién es Abimael Guzmán, a cuántos asesinó y mucho menos sobre el Pensamiento marxista leninista maoista presidente Gonzalo, etc.

Me da vergüenza, pero no me sorprende la ignorancia de estos chicos ya que el mismo sistema educativo no se ha preocupado de no solo mantener el recuerdo de estos terribles hecho lo peor ha sido que no se han difundido los principales resultados de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional. Me sorprende la actitud de algunos adultos hipócritas que se escandalizan porque los chicos no saben nada de estos temas, ya que ellos nunca se han preocupado por informarlos. Dicen que esto solo pasa en países como el nuestro, subdesarrollados, que el Perú no tiene memoria, etc. Hace pocos días se ha difundido una encuesta en Alemania y la gran mayoría de jóvenes no saben qué fue el nazismo ni mucho menos sobre los campos de concentración y la muerte de miles de judíos, por la mano enferma de Hitler. ¿Acaso Alemania es también un país subdesarrollado?

No digo que yo viví el terrorismo, no soy tan hipócrita para decir que aún me acuerdo de los apagones, coches bombas, ya que a Arequipa nunca llegó sendero y si hubiera vivido en Ayacucho o Lima, igualmente no me acordaría, ya que en esos años era un niño. Pero si me informé, mis profesores supieron darme información verídica de los hechos (al igual que ahora yo lo hago con mis estudiantes del nivel secundario); pero hay una tarea pendiente que va más allá de simplemente informar y conocer: nadie nos ha preparado para volver a ver en las calles a los terroristas, más viejos, canosos y arrugados, pero terroristas al fin de cuentas, tarde o temprano van a cumplir sus condenas y tendrán que ser liberados (este proceso ya empezó). La gran pregunta es ¿está la sociedad peruana lista para esto? Se ha cumplido parcialmente el objetivo de la CVR: conocer la verdad, ¿cuándo empezará el proceso de reconciliación nacional?

22 de enero de 2012

WWW (WORLD WAR WEB)

Jueves, 19 de enero de 2012, una fecha que vivirá en la infamia. Ese día se inició el mayor ataque informático de la historia, con casi 10 mil personas en la línea de fuego y más de 27 mil computadores involucrados.

Poco a poco fueron cayendo las webs del FBI, el Departamento de Justicia, la Casa Blanca, Universal, Warner, la oficina norteamericana de Copyright y decenas de otras webs en España, Bélgica, Francia, Brasil, en todo el mundo, incluyendo la peruana APDAYC. El más afectado: el mismísimo director del FBI, Robert S. Mueller, cuyos datos personales, los de su esposa, sus hijas, su yerno y hasta amigos de sus hijas, fueron filtrados. Estamos hablando de direcciones físicas, códigos postales, teléfonos y correos electrónicos. Los ataques continúan al momento de escribir estas líneas. La última víctima: Disney.

¿Qué pasó? Pasó que, simplemente, era el momento.

La Guerra por Internet ya tiene algunos años, pero hasta hace poco en sus trincheras solo podías encontrar, de un lado, políticos y empresarios, y, del otro, hacktivistas, intelectuales y periodistas. No había mucho más. El campo de batalla, usualmente, era legal. El tratado ACTA gringo o la ley Sinde en España interesaban solo a unos cuantos.

Pero luego vino Wikileaks. Los gobiernos reaccionaron de la manera más desproporcionada posible. El resultado fue el apogeo de Anonymous, convertido en una especie de conciencia colectiva digital, que alcanzó la popularidad máxima vengando a la organización de Assange. Quizás aquí empezó, de verdad, la guerra. Las filas de Anonymous se engrosaron. El ciudadano de a pie se enteró de su existencia y, más importante aún, de las batallas por Internet. La mesa estaba servida.

Y a la mesa, un mal día, llegó SOPA, un proyecto “antipiratería” del Senado gringo que, para ponerlo en términos de The Outmeal, es como lidiar con un león escapado del zoológico quemando gatitos con un lanzallamas.

SOPA convocó a las protestas pacíficas más importantes en la historia de la red. El miércoles, Wikipedia se apagó, Google puso un manchón negro de censura en su buscador y miles de webs en todo el mundo concientizaron a millones. Esta vez, no se trataba de un tema de políticos y hacktivistas. No hubo forma de no enterarse. En poco tiempo más de 10 millones de firmas se enviaron al Congreso norteamericano, que no tuvo más remedio que congelar su draconiana ley. Internet había ganado.

Mientras todo esto ocurría, un gordo grande y rubio sudaba despavorido, corriendo dentro de su gigantesca mansión de 25 millones de dólares en Nueva Zeland. Como en una película de James Bond, a su paso activaba mecanismos de seguridad que bloqueaban el paso a las decenas de agentes de policías y agentes del FBI que habían llegado en dos helicópteros.

Finalmente, el gordo, Kim Schmitz (a) “Dotcom” —en español sería PuntoCom—, fue arrestado y todas su propiedades, incluidos sus 18 automóviles (entre ellos un Cadillac rosado y un Rolls-Royce Phantom), fueron confiscadas.

Nada más lejano a la utopía libertaria internetera que Kim Dotcom, un hacker exhibicionista alemán que, a fines del siglo pasado, cuando se llamaba “Kimble”, se mandó hacer una animación en flash en la que él mismo, con look a lo Matrix, acribillaba a Bill Gates. Ya había sido condenado un par de veces por fraude en Tailandia y Alemania pero finalmente había salido bien librado y terminó fundando, en Hong Kong, un servicio llamado Megaupload.

Megaupload y sus asociados Megavideo, Megaporn, Megapix, etc., eran servicios sencillos y no siempre gratuitos que ofrecían almacenamiento de archivos en Internet. Esto era muy útil para los que trabajamos en archivos muy pesados pero, por supuesto, también para lo que los defensores de SOPA llaman “piratería”.

Era salvajemente popular en América Latina (puesto 20 de las webs más visitadas en Perú, por encima de casi todas las webs de noticias). De hecho, en la investigación del FBI se acusa a Megaupload de formar parte de una “megaconspiración” que incluye sitios hispanos como Taringa y Series Yonkis.

La caida de Megaupload provocó la respuesta de Anonymous. La guerra continuará sin SOPA (pero con alguna otra ley parecida) y sin Megaupload (pero con decenas de servicios similares). Porque las industrias de entretenimiento se niegan a cambiar un modelo de negocio caduco en la era de Internet. Porque SOPA es intragable y, en cambio, como dice @inti, Megaupload era “ilegal e inmoral, pero legítima, como nuestros presidentes”. Esta guerra continuará.

18 de enero de 2012

ENTREVISTA A HENRY PEASE

Entre los años 1980 y 2000, el conflicto armado interno fue el episodio de violencia más intenso y extenso de nuestra historia republicana. La Comisión de la Verdad y Reconciliación estimó que la cifra total de víctimas fatales es de 69,280 personas, de las cuales, el 46% fue provocado por Sendero Luminoso, organización subversiva y terrorista que estuvo al mando de Abimael Guzmán. Tras su captura en 1992, SL cambió de táctica y hoy busca registrarse ante el JNE con el nombre de Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF) como un partido político más. Al respecto, conversamos con el Dr. Henry Pease, excongresista y testigo vivencial de este periodo.

Desde su formación en el año 2009, el MOVADEF pretende ingresar al sistema democrático peruano con el objetivo de pedir una amnistía general para todos los actores de la “guerra interna” que se vivió en nuestro país, entre ellos Abimael Guzmán. ¿Cuál es su posición al respecto?
Este tipo de hechos se encuentran en todos los países que han vivido momentos de quiebre democrático. Y en ninguno de ellos se permite ambigüedad alguna en términos de la participación formal en el sistema democrático y la permanencia de viejas lealtades o viejos proyectos. El “pensamiento Gonzalo” no es una idea democrática y eso –si ustedes revisan la Ley de Partidos Políticos- está directamente en contra de un elemento que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debe tener en cuenta para no autorizar la inscripción.

La Ley de Partidos Políticos también prevé que si el Defensor del Pueblo inicia un trámite ante la Corte Suprema, esta le puede quitar el reconocimiento a un partido ya inscrito. También hay otra norma en esta ley que dice que no puede ser reconocida como partido político una entidad que no tenga lealtad con el sistema democrático. Y eso es elemental: nadie puede admitir que, con la historia que hemos vivido, esta frontera se cruce tan fácilmente.

Si es tan elemental, ¿por qué el JNE no ha emitido aún una resolución contundente y clara sobre el tema, y zanja el problema de una buena vez?
Lamentablemente, creo que en el JNE hay timoratos; un minimalismo que es un error en cualquier fase de la vida. Hay cosas que tienen que ser meridianamente claras. Nadie puede invocar la legalidad del Perú, participar de esa legalidad, y al mismo tiempo, querer socavarla. Cuando se plantea que salgan de la cárcel por mandato de un proceso judicial medianamente justo (porque han sido corregidos los problemas que hubo en el pasado), entonces eso es equivocar las cosas y no tener en cuenta la sensibilidad de la ciudadanía.

Toda sociedad estructura sus normas teniendo en cuenta lo que ha vivido. La historia nos marca, y nosotros no podemos hacer que la gente se sienta tranquila caminando por la calle si personas que han profesado el “pensamiento Gonzalo” también lo hace, y encima con el ropaje de ser una “entidad de la democracia”. ¿De qué democracia?

¿Qué reformas podrían aplicarse a la Ley de Partidos Políticos desde el Parlamento?
Toda ley se modifica por otra ley. Siempre es posible legislar mejor, pero aquí se abusa de eso. En otros países, lo que funciona son leyes bastante generales –que definen los objetivos-, y lo demás lo define el sistema judicial, que las aplica. No es necesario que frente a cada cosa hagamos un cambio. Si alguien considera necesario hacer modificaciones, que se hagan; pero lo que no se puede negar es que esta sociedad no soporta ambigüedades en este tema, porque tiene las heridas abiertas.

Sin embargo, los defensores del MOVADEF afirman que “no puede haber persecución por razones ideológicas”…
No es por razones ideológicas. Nadie puede participar de un sistema estructurado de democracia si está suscribiendo paralelamente el mismo pensamiento que llevó a la peor acción terrorista de la historia del Perú. Esto no puede ocurrir en nuestra sociedad. En Alemania pasa lo mismo con los nazis. Los pueblos tienen derecho a defenderse y es preferible que se defiendan así a que lo hagan con el “ojo por ojo”, y entonces, así como sale un “pensamiento Gonzalo”, salga después un pensamiento extremista que diga “yo resuelvo el asunto matándolos”. En ninguna democracia nadie puede matar por su propia mano y quedar impune.

Los excarcelados por terrorismo, que ya cumplieron su condena, ¿tienen derecho a participar de la vida política del país?
Sí pueden participar de la vida política, pero deben cumplir las reglas. Hay algo a lo que nos han acostumbrado desde algunas vertientes: ¿es posible invocar a un delincuente y decir que uno sigue su pensamiento? Bueno, quien lo invoca también es un poquito delincuente, ¿no es cierto? Y eso vale para Alberto Fujimori y para Abimael Guzmán, porque ambos son delincuentes y por delitos gravísimos. Yo no creo que eso deba admitirse, pero entiendo que hay diferencias en los procesos históricos. No se puede invocar el pensamiento de un delincuente.

Mientras que la Comisión de la Verdad y Reconciliación afirma de manera contundente que entre 1980 y el año 2000 el Perú vivió un “conflicto armado interno”, el MOVADEF afirma que se vivió una “guerra interna”. ¿Existe alguna diferencia –desde el punto de vista jurídico- entre ambos conceptos? ¿O son sinónimos?
Yo no soy jurista y no me regodeo en los conceptos. Esto, con el nombre de “guerra” o con el nombre de “conflicto armado”, para el 99.9% de los peruanos significa lo mismo: matar a sangre fría, tenernos en vilo a todos, tener el país en jaque. Eso no puede ser admitido.

Otros movimientos radicales latinoamericanos, como el M-19 (Colombia) o los Tupamaros (Uruguay), transitaron de la lucha armada a la política. ¿Por qué Sendero Luminoso o el MRTA no deberían recibir el mismo trato?
El M-19 o los Tupamaros son movimientos muy diferentes de Sendero Luminoso. Tuvieron más de guerrilla que de terrorismo (aunque algunos incurrieron en una que otra acción terrorista). En todo caso, la evaluación de esos movimientos se hace en sus países; no podemos nosotros mirarlos desde afuera. En Ciencias Políticas, nosotros usamos siempre la política comparada, que señala que, en primer lugar, los países que han padecido momentos brutales de quiebre democrático se cuidan de que no se regrese a esa situación y de que nadie les venda gato por liebre. Entonces, hay que tener normas claras, y los órganos que resuelven estos temas deben dar sentencias claras.

Este año se conmemora el vigésimo aniversario de la captura de Abimael Guzmán, hecho decisivo que marcó un antes y un después en la historia nacional reciente. Sin embargo, las nuevas generaciones no saben quién es él y desconocen este periodo de violencia. ¿Cómo combatir esta amnesia colectiva?
Usted me dice que una persona que tiene ahora 20 años, ¿no conoce qué pasó hace 30 años? ¿Dónde vive esa persona? ¿Con quién habla? Yo le aseguro que todo el que hoy tenga 20 años debe tener una idea de qué ocurrió en ese momento en la historia del Perú. La historia no se transmite solamente por los libros. Se transmite de persona en persona, hasta por los miedos y comportamientos colectivos que uno observa en la ciudad. Y en todo caso, sí es responsabilidad del sistema educativo que no se olvide la historia. Y toda la historia, no solamente la que nos gusta.

¿Por qué los grupos que están en desacuerdo con las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en estos momentos salen a la luz como los principales abanderados de la lucha antiterrorista?Eso lo han querido ser siempre y todos sabemos que no ha sido así. Cuando el grupo Colina hacía sus barbaridades, salían a poner en cuestión el que se les acusara, y pretendían enfrentarnos con las FF.AA., como si denunciar esa acción paramilitar fuera cuestionarla. Lo que ha habido siempre es un intento de aprovechamiento político y lo sigue habiendo, aunque sea por razones ideológicas, para sentirse mejor. Cada uno es responsable de su conciencia. Lo único que sé es que los ciudadanos del Perú somos los que hemos defendido a nuestra sociedad.

En 1989 usted hizo una convocatoria ciudadana...
La hice yo, pero se sumaron todos, empezando por Mario Vargas Llosa. Ese año derrotamos políticamente a Sendero, salimos a las calles en la manifestación más amplia que ha habido en el Perú, a decir “no aceptamos el terror, venga de donde venga, y no aceptamos las consignas de Sendero”. Esa manifestación en Lima fue replicada en todas las capitales de los departamentos, sin que hubiera habido una institución que estuviera detrás. Porque éramos los ciudadanos los que intentábamos decir “basta a esta barbarie”. Dentro de ese paraguas llegaron luego los demás actores del Estado, y nadie puede ponerse por encima de lo que hizo la ciudadanía de a pie.

Ud. mencionaba en un video de Aula Abierta de la PUCP que la democracia consiste en “reconocer al otro, entender al que piensa distinto, al que discrepa”. Pero ¿esta tolerancia en la democracia tiene un límite?
El límite es que el Estado es el único titular del uso de la fuerza. La violencia no puede ser ejecutada por nadie. Yo no puedo imponerle mis ideas a usted con un arma en la mano ni matándolo ni mucho menos volándolo. Ese límite tiene un componente ético y político de otra naturaleza y va más allá de cualquier discusión de ideas. ¿Estoy dispuesto a tolerarlo y por lo tanto a no chantajearlo con un arma y no matarlo? En ninguna sociedad se puede permitir eso porque inmediatamente desaparece el orden público.

14 de enero de 2012

ACTUALIDAD DE LAS CLASES SOCIALES

Jaime Osorio dice que en la actualidad, las ciencias sociales, en especial la sociologia, han dejado de lado el estudio de las clases sociales.

Hay muchas razones para que esto ocurra. La noción de clases sociales se lleva mal con las visiones que postulan que la acumulación de riqueza y poder en la sociedad es sólo retribución del talento, a la capacidad y al esfuerzo personal, elementos que constituyen uno de los núcleos centrales de la ideología liberal.

El problema real no se ubica tanto en discutir la emergencia de nuevos actores o de nuevas identidades, sino en las derivaciones teóricas y políticas que ubican a los nuevos actores en contraposición a las clases.

Reapropiarse del tema de las clases como recurso heurístico reclama romper con el silencio y la distorsión.

Desde los años setenta del siglo pasado y por razones que se derivan de los cambios políticos que ha sufrido la academia, en las aulas se asiste a un proceso de estigmatización de los paradigmas de cuentistas sociales que han sido formados en enfoques que ignoran el tema o que lo distorsionan de tal manera que se hace irreconocible.

Estudios posteriores (como los de la Giovanni o Poulantzas) son parciales y otros más conocidos en la academia latinoamericana (como los de Dos Santos o Cueva) presentan deficiencias.
  • ¿Cuántas clases sociales existen? ¿Por qué, en ocasiones, se habla de dos, tres o más clases?
  • ¿En qué se diferencia la teoría de las clases sociales de la teoría de la estratificación? ¿Porqué es inapropiado hablar de clases altas, medias y bajas y es más preciso referirse a burguesía, proletariado, terratenientes, etcétera?
  • ¿Las clases sociales son un dato sociológico o sólo existen cuando toman conciencia de su situación e identidad?
  • ¿El proletario se extiende o, porel contrario, asistimos a su extinción?
Las anteriores son preguntas válidas que cualquier sociólogo, en especial los dedicados al estudio y análisis de la estructra social, deben hacerse y responder.

11 de enero de 2012

EN DEFENSA DE MI PROFESIÓN

Milagros Leiva, en la entrevista a Miguel Prialé, ex gerente municipal y ahora presidente de Emape, demuestra que no me conoce –cosa que no es importante– pero a la vez exhibe un prejuicio contra los sociólogos, que podría reducir si leyera en la misma edición de El Comercio el artículo de uno de los más brillantes sociólogos latinoamericanos, el ex presidente del Brasil Fernando Henrique Cardoso. En el llamado “pensamiento único”, que aquí denominan neoliberal y yo insisto en que es mejor la estadounidense de neoconservador, porque desecha el liberalismo político, la sociología ha sido mal tratada. Por eso, Pinochet la declaró fuera de la ley y la suprimió de un plumazo. Soy sociólogo y me he especializado en ciencia política y no creo que mi designación para dirigir ad honórem la formulación del primer plan de desarrollo de Lima como región pueda ser cuestionada.

Miguel Prialé me defiende al recordar que he sido presidente del Congreso, cargo importante pero que explica un año de mi vida, y me considera –elogio que no creo merecer– figura intachable. Pero eso no es lo que discute la entrevistadora. ¿Es que un sociólogo no sirve para conducir un equipo que elaborará el plan de Lima como región? Comencemos por precisar que la labor se complementa con el Instituto Metropolitano de Planificación.

La más simple definición de sociología que recuerdo es la del estadounidense Inkeles: ciencia que estudia las relaciones de los hombres en sociedad. ¿No importa eso en un plan de desarrollo? ¿Somos acaso una sociedad que se define por ladrillos y cemento? Algunos confunden la alcaldía con una jefatura de obras públicas, pero más allá de eso se necesita explicar las aspiraciones, propuestas y límites que tiene la visión de los ciudadanos en cada momento. Si en algo ha aportado la sociología es en el planeamiento del que tanto han renegado los neoconservadores, esos que en tiempos de don Pedro Beltrán calificaron de burro al diputado Alfonso Benavides Correa, que propuso un instituto de planificación. Es que tanto entonces, como ahora, se beneficiaron de la ausencia de planificación los que acumulan a partir del desorden, desde los que lucraron con el proceso de urbanización hasta los que lo hacen en la informalidad.

En mi profesión he afincado en la ciencia política: investigo y enseño sobre instituciones. Mi práctica ha sido esa, comenzando como teniente alcalde de Lima con Alfonso Barrantes y como regidor los tres años siguientes y luego casi 14 de congresista. Pueden verla como actividad política, pero esta no está desligada de mi labor profesional, como no lo está el seminario de reforma del Estado que organizo en la Universidad Católica desde el 2006 para discutir temas tan concretos como el sistema electoral y de partidos. Pero no es mi vida la que importa, sino lo que es esta profesión. ¿Lo sabe la entrevistadora? ¿Por qué no busca explicaciones en cómo se organiza la participación vecinal o la consulta ciudadana? ¿Sabe que una obra vial puede causar más líos que Conga?

Temo que me encuentro ante un bache generacional construido por el pensamiento neoconservador que va más allá de intenciones. Por eso Miguel Prialé no sabe cómo defender mi profesión de la embestida de la entrevistadora, no por brillante menos equivocada. Hoy más que nunca, en el mundo no cabe ni el pensamiento único ni la disciplina única. En el doctorado que dirijo en la PUCP, promovemos la interdisciplinariedad y nadie podría admitir que una especialidad se ningunee de esta manera. Mis colegas me eligieron primer decano del Colegio de Sociólogos en 1994. Esta entrevista ha hecho que me vuelva a sentir defensor de un gremio que ha dado mucho de sí y del que espero mucho, aunque es también una manera de defender mi propia autoestima.

7 de enero de 2012

"LA EPIFANÍA DE ALAN GARCÍA", UNA CRÍTICA A SU ÚLTIMO LIBRO

Vio la luz. “[…] los Nostradamus que anuncian la crisis están equivocados”, le ha sido revelado al ex presidente Alan García, como atestigua en su más reciente libro “Contra el temor económico” (Planeta, 2011). No se entiende exactamente a quiénes se refiere; bien podría ser a economistas de la talla de Nouriel Roubini, Tyler Cowen, Dean Baker, Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs, Kenneth Rogoff o Paul Krugman, ninguno de los cuales es citado en su obra.

Contrario a lo que han venido alertando ellos y otros más, “hoy se abre para la humanidad creciente un nuevo capítulo científico, productivo y de consumo, una extraordinaria oportunidad de crecimiento con más bienestar y justicia social […] los desequilibrios que sufrimos son los dolores de alumbramiento de una nueva economía que se abre paso”. Dadas las circunstancias, esta obra debió haber sido publicada en Europa o tener una versión de bolsillo para los ‘indignados’ de todo el mundo que –seguro por capricho– convirtieron al 2011 en el “año de la protesta social”.


DUDOSO ENTUSIASMO
La tesis central del libro sostiene que el mundo atraviesa un bache insignificante dentro de una avalancha de progreso y desarrollo económico que se reactivará “en el segundo semestre del 2013”, refiere el ex presidente con precisión milimétrica. Esta afirmación es sustentada en la primera mitad de la obra, que por partes pareciera un libro de autoayuda escudándose en refranes poco profundos como el clásico de Franklin Delano Roosevelt: “Lo único a lo que debemos temer es al temor mismo”. No al hambre, no a las burbujas financieras, no a los efectos de sobreendeudamiento, no a la devastación medioambiental. Solo al temor.

“Es cierto que vivimos algunos desequilibrios en la economía…”, dice García en lo que podría ser el mayor eufemismo del libro, pero “Jamás la humanidad ha tenido, como ahora, una economía tan productiva tecnológicamente y una ciencia tan desarrollada”. Como comprenderá el lector, esto es una obviedad si se asume al menos algún tipo de progreso incremental en la historia. Es curioso que no se haya percatado el autor, en cambio, de que el progreso tecnológico y científico se ha ralentizado en las últimas décadas. Aunque hoy nos entusiasmemos con la Internet y las redes sociales, no son ni remotamente tan transformacionales como lo fueron la electricidad, el motor de combustión o los fertilizantes.

En cuanto a la economía, hablar de “algunos desequilibrios” es, por decir lo menos, ingenuo. Europa hoy no encuentra la manera de crecer y está al filo del hoyo. Estados Unidos ha acostumbrado a sus consumidores a tener estilos de vida que no pueden pagar, salvo que se financien con una tremenda burbuja como la que estalló en el 2008. China piensa que va a seguir expandiéndose a dos dígitos a punta de inversiones de capital cada vez más ineficientes, y cuando descubra que no podrá hacerlo –o si se le descontrola la inflación–, enfrentará protestas sociales sin precedentes. Los latinoamericanos seguimos creyendo ilusamente que estamos blindados y no hacemos nada significativo –como no lo hizo García– por reformar nuestros estados inoperantes.

Además, el autor descarta como irrelevantes tendencias verdaderamente peligrosas como el envejecimiento de la población mundial, la fragilidad del sistema energético, los efectos del calentamiento global, el encarecimiento de los commodities alimentarios o la insostenibilidad de los estilos de vida, en muchos casos minimizándolas con cifras que no sustenta con ninguna fuente (solo dice que son “bastante conocidas”).


EL PERÚ QUE QUEREMOS
Luego, en la segunda parte analiza la situación del Perú y los resultados de su gobierno. Las cifras que presenta son verdaderamente espectaculares, y es una lástima que se hayan visto opacadas en su mandato por escándalos como el de los ‘petroaudios’ o su cuestionada filosofía del perro del hortelano (que no menciona una sola vez en la obra, aunque en cierta medida la justifica). Si nos ceñimos a lo económico, sería mezquino no reconocer los grandes avances de su gobierno, más allá de que haya tenido el viento a favor por el superciclo de los commodities mineros.

García hace también una introspección sobre los obstáculos que ha enfrentado el país en su historia, enarbolando por momentos teorías poco convencionales (“Vivimos aún la conquista como un acto de ruptura y de violación, con reminiscencias psicosexuales en las que el extranjero barbado y dominante representa la dictadura del padre cruel y ausente”). En un punto se refiere al final del gobierno de Velasco Alvarado y dice: “Era la oportunidad de mostrar al país cuán negativo era el estatismo”. Pero en lugar de asumir su responsabilidad por no hacerlo (y, de hecho, reforzarlo en su primer gobierno), salta olímpicamente al gobierno de Fujimori, al cual solo critica tibiamente. De hecho, nunca se refiere individualmente a su primer gobierno; siempre lo apareja al segundo de Belaunde (“Se dejó a los dos gobiernos siguientes…”) y los presenta a ambos como víctimas de las circunstancias.

Resulta irónico el reiterado uso en el libro del argentinismo pasatista, que según el diccionario de “El Clarín” significa: Que entretiene de manera frívola. Como García mismo reconoce, “Quien espera milagros generales e inmediatos no aportará una solución, solo traerá un mayor problema”. ¿Qué sentido tiene buscar soluciones si lo único a lo que hay que temerle es al temor mismo?

6 de enero de 2012

REVOCANDO QUÉ?

Es increíble la reciente fiebre de revocatorias municipales y regionales que se está viviendo en el Perú, ni bien ha empezado este nuevo año y las filas en las puertas de la ONPE eran interminables; miles de personas, sabe Dios con qué dinero, esperaban para comprar el famoso kit de revocatoria; se ha dado cuenta de que sólo en estos primeros 3 días se han descargado cerca de 50 mil formularios de la página web de la ONPE.

Según el último reporte de la ONPE, publicado ayer, 679 ciudadanos de todo el país buscan revocar a sus autoridades, entre alcaldes distritales, provinciales, regidores y jefes de región.

Son 11 los presidente regionales a quienes se busca remover de sus cargos, entre ellos el titular de la región Cajamarca, Gregorio Santos Guerrero. Pero es el presidente regional de Huancavelica, Maciste Díaz Abad, quien tiene el mayor número de pedidos de revocación: tres. Dos pedidos de remoción tienen los presidentes regionales Wilfredo Oscorima Núñez (Ayacucho), Jorge Velásquez Portocarrero (Ucayali) y Tito Chocano Olivera (Tacna). Completan la lista de presidentes regionales, a quienes se les pretende acortar el mandato, los titulares de las regiones Ica (Alonso Navarro), Tumbes (Gerardo Viñas Dioses), Madre de Dios (José Luis Aguirre Pastor), Áncash (César Álvarez) y Loreto (Yván Vásquez Valera).

Pero el caso más emblemático es el de la Municipalidad de Lima, la alcaldesa Villarán ha sido víctima, estos últimos días, de una constante campaña de desprestigio a su imagen y labor municipal, puede o no estar justificada la crítica, lo curioso es que aparecen justo ahora en tiempos de revocatoria. Se le critica la ausencia de obras, la paralización de muchas más que dejó el ex alcalde Castañeda y del cual ya nos ocupamos en una entrada anterior (léase: EL DISCURSO DEL MUDO).

Soy un ferviente defensor de todos los mecanismos de participación ciudadana, y estoy convencido de que mientras más participe la gente, más democrática será nuestra sociedad. La revocatoria es una mecanismo legal de dicha participación, pero cuando se presta a fines oscuros, se tergiversa su utilidad e importancia. La pregunta válida es ¿Qué queremos revocar? a la persona? o a la forma en que se ejerce el gobierno municipal?.

Después de cerca de 10 años de un gobierno municipal oscuro y nada transparente de Luis Castañeda, aparece la Sr. Villarán con una visión de apertura y claridad en las cuentas municipales, las mismas que recibió con graves problemas (por tal motivo, la fiscalía ha aperturado un juicio al ex alcalde y solicita su arresto preventivo). Supongo que el proceso de cambio de gestión municipal no es de un día para otro, es necesaria y una obligación de todas las autoridades desterrar la absurda idea de "que robe, con tal que haga obras" que es, al parecer el caso del ex alcalde de Lima.

Es necesario una revocatoria de mentalidad, ya que si las personas siguen siendo las mismas, no habrá solución viable jamás, habrán reuniones, consejos, talleres, etc. por cumplir y adormecer la mentalidad del pueblo, pero en el fondo la raíz de la corrupción seguirá creciendo y luego será demasiado tarde para extirparla.

3 de enero de 2012

CONSTRUIR INSTITUCIONES: DEMOCRACIA, DESARROLLO Y DESIGUALDAD EN EL PERÚ DESDE 1980

La consolidación democrática de un país depende de la calidad de sus instituciones. Eso suena a lugar común. Pero lo que en realidad importa es cómo definimos estas instituciones: cómo las instituciones formales se relacionan con las informales, con las prácticas cotidianas de la gente, con la cultura política. Las instituciones sí son relevantes, pero lo fundamental es su relación con las dinámicas políticas y sociales subyacentes que quieren cambiar.

Al analizar la naturaleza del desarrollo institucional en el Perú de los últimos años, este libro desataca la necesidad de una visión de largo plazo que tome en cuenta plenamente el contexto histórico en el que las instituciones puedan crecer. En el último cuarto de siglo no han faltado intentos de construir nuevas instituciones democráticas, pero los logros duraderos -que sí los hay- han sido decepcionantes. Las bases para una democracia verdadera son aún débiles.

Este libro reúne ponencias escritas tanto por destacados observadores de la realidad peruana como por quienes se han involucrado activamente en el diseño e implementación de las reformas institucionales en los últimos años. Sus reflexiones proveen un valioso marco para el cuestionamiento y la autocrítica, en un momento en que los peruanos miran hacia el futuro para construir un país mejor.

John Crabtree: Construir Instituciones: democracia, desarrollo y desigualdad en el Perú desde 1980 (2006)

2 de enero de 2012

2011-2012

Llega nuevamente el momento de evaluar el 2011 y de especular sobre el año que empieza. Pero antes recordemos cómo veíamos al inicio el año que se va: el 2 de enero de 2011, escribí que “lo más probable es que el 31 de diciembre de 2011 (…) comentemos ya sea sobre la ausencia de propuestas ambiciosas de reforma, o sobre cómo esos intentos se empantanan en la etapa de implementación”. Recordemos que a finales de 2010 se hablaba de un triple empate en la intención de voto entre Toledo, Castañeda y Fujimori, todos ligeramente por encima del 20%; Humala parecía estancado alrededor de un 10%, y Kuczynski y Aráoz intentaban pasar el 5%. El 26 de diciembre de 2010, después de la presentación de los equipos de plan de gobierno (Félix Jiménez por Gana Perú), comentaba que la experiencia muestra que los gobiernos no siguen los planes que se presentan en la campaña. Caído el gabinete Lerner, alejado Jiménez del gobierno, acabado el proyecto de una “gran transformación”, y con un gobierno que recién está terminando de instalarse, no resultó tan mal pronóstico.

Para repensar el 2011, año electoral y de inicio de un nuevo gobierno, resulta muy útil la lectura de Postcandidatos. Guía analítica de supervivencia hasta las próximas elecciones (Carlos Meléndez, comp. Lima, Mitin eds., 2011). El libro permite una mirada de las características generales del proceso electoral (Levitsky), de las trayectorias de los candidatos principales, y de la “muerte y resurrección” (¿y nueva muerte?) del grupo de intelectuales y políticos agrupados en los Ciudadanos por el Cambio (León). Otros textos abordan la debilidad de los partidos expresados en la rendición de las cuentas de sus campañas (Egúsquiza), el peso desmedido de los medios de comunicación y de sus propias agendas (García), y en la extrema volatilidad del electorado, que dificulta el trabajo de las encuestadoras y da pie a teorías conspirativas sin fundamento (Maldonado). Es una obra que aspira a llegar a un público amplio, pero no por ello deja de plantear preguntas fundamentales.

Un tema que recorre el libro es el cómo se combinan elementos estructurales y contingentes en el análisis político. Quienes analizan las campañas de Humala, Toledo, Castañeda y Kuczynski (León, Vera, Meléndez y Barrenechea, respectivamente) sugieren qué errores o aciertos de diagnóstico y estrategia explican los resultados electorales, mientras que los textos dedicados al fujimorismo, el Apra y al análisis final de las campañas (Urrutia, Cyr y Dargent) llaman la atención sobre la formación o persistencia de identidades más estables, así como sobre la continuidad del mapa electoral del 2006 en el 2011. En realidad, lo estructural es un punto de partida que abre escenarios más o menos probables, pero el punto de llegada es consecuencia de las decisiones de campaña.

Pensando en el 2012, deberíamos seguir el mismo criterio: hay escenarios más o menos probables, pero el desenlace dependerá de las decisiones de los actores principales. ¿De qué estaremos hablando cuando evaluemos el 2012 el 1° de enero de 2013? El gabinete Valdés parece frágil, porque fue la mejor respuesta que el Presidente pudo dar a una crisis, pero también lo fue el de Velásquez Quesquén y duró mucho más de lo previsto. En todo caso, siguiendo con ilustraciones del gobierno anterior, así como García nombró a Simon intentando recuperar iniciativa política, el próximo Presidente de Consejo de Ministros podría ser un personaje de más trayectoria y peso político propio.