7 de julio de 2010

EDUCACIÓN Y SEXUALIDAD

La educación sexual es considerada como uno de los temas más difíciles de abordar en la familia; esto se debe a que la sexualidad humana ha estado rodeada de mitos y tabúes determinados por la concepción y patrones culturales de cada pueblo.
Precisamente, Blanca Caro hace una clara explicación de las implicancias para la educación sexual de cada persona, según la concepción que se tenga sobre sexualidad humana:
“Si consideramos la sexualidad humana como algo pecaminoso, la educación que se imparta generará una acción basada en el temor y la sanción. Por el contrario, si tenemos una concepción de la sexualidad humana como una dimensión del hombre, una forma de relacionarse con el mundo y los demás, tenderemos a impartir una educación sexual orientada hacia la autodeterminación, que le brindara al individuo los elementos mínimos para que logre aceptar su propia sexualidad y la de los demás”.
Pero, ¿Qué significa educar sexualmente? Así como el sexo no es lo meramente genital, no es tan solo el coito o acto sexual, ni es únicamente el medio para la procreación, tampoco la educación sexual se reduce a un mero conocimiento de la anatomía y fisiología del cuerpo humano, de los genitales, de las técnicas del acto sexual y de la reproducción. Todo eso fue y es una negación de la sexualidad. La simple información y el conocimiento de técnicas siguen sumergiendo al hombre en los mismos problemas que ayer le hiciera el tabú sexo.
Educar sexualmente al adolescente es ayudarlo a desarrollarse como una persona capaz de modificar y de hacer cosas, y de asumir su responsabilidad histórica con la humanidad. Educar sexualmente al adolescente es lograr en él una actitud sana y creadora ante lo sexual, asumiendo responsabilidad ante la vida. Descubrir que la vida es una oportunidad positiva para la realización del ser humano. Hablar de la vida es hablar de todo lo referente al hombre, su historia y su cultura; también es hablar del nacimiento, del crecimiento y de la muerte. Es más que enseñar las diferencias físicas y señalar el modo social de actuar.
Educar sexualmente es ayudar al adolescente a madurar como persona; ello redundará en el uso responsable de las capacidades humanas y la sexualidad no será vivida como una mera gratificación, sino como la realización de uno mismo, del prójimo y, por ende, de la sociedad.
También es crear una actitud responsable frente al cuerpo; descubrir que el cuerpo es un don por medio del cual la persona humana se expresa, que el cuerpo no tiene “partes sucias”, que debe ser conocido en su anatomía y funcionamiento; que los genitales deben ser incorporados en este aprendizaje.
En síntesis, educar sexualmente al adolescente en el hogar, es crear en él una actitud nueva, responsable y creadora.
Pero, antes de continuar, es preciso preguntarnos ¿Qué es el sexo? y ¿Qué es la sexualidad?
El primero, es fisiológico, es lo que acontece en el cuerpo humano como consecuencia de su funcionamiento glandular, es esencialmente genital. Es lo que define al hombre como masculino o femenino.
Lo segundo, es un concepto mucho más amplio que el de sexo. Es aquello que somos por causa del sexo que tenemos; es el uso que hacemos de nuestro sexo, es propiamente nuestra masculinidad o nuestra feminidad. Es fruto de la educación y se inicia en el hogar (en la cuna).
La sexualidad hay que formarla y desarrollarla principalmente con el ejemplo; comunicamos y enseñamos mucho más con nuestras actitudes que con nuestras palabras.
El niño se transformara en un hombre o en una mujer, mucho más porque se sintió seguro en los brazos de su madre, muy diferentes de los de su padre, a causa de la explicación correcta, precisa e intelectual de la fisiología humana. La posibilidad de tener una vida sexual adulta, normal y completa, es sin duda mayor para el niño que vio muchas veces al padre y a la madre abrazados en un acto de cariño y felices los dos, que aquel que sólo recibió informaciones sobre el acto sexual. Los padres que logran transmitir a los hijos la sexualidad como algo existente, bueno y accesible, harán mucho más que aquellos que solamente dieron informaciones.
En el proceso de formación del ser varón o ser mujer, como parte importante de la identidad personal, los adolescentes necesitan repuestas a sus interrogantes sobre cómo se construye su identidad sexual.
La identidad sexual se refiere a la forma individualizada de sentir o pensar sobre si mismo, que hace al varón o a la mujer un ser único y original dentro de su grupo y que a la vez es aceptado por éste.
Tanto sicológicamente como socialmente, el proceso de formación de la identidad sexual está dado por la interacción de la identidad de género, el rol de género y la orientación sexual.
La identidad de género está referida al hecho personal de sentir, pensar y actuar como varón o como mujer, en concordancia con el sexo biológico.
El hecho de sentir, pensar y actuar no es heredado genéticamente, sino que se aprende en la interacción con otras personas, y con el medio ambiente desde el nacimiento hasta la vida adulta.
La conciencia de pertenecer a un sexo y pensar y sentir como varón o como mujer, se forma a partir de mensajes explícitos e implícitos, verbales o no verbales, que se reciben del medio sociocultural y se interiorizan según el sexo biológico al que se pertenece. Es importante reafirmar que la autodefinición sexual conlleva un proceso se aprendizaje que se da especialmente en la niñez y adolescencia.
En la adolescencia, la identidad de género se consolida pasando por un periodo crítico de cuestionamiento de si mismo, que se caracteriza por profundas transformaciones en el área sicológica y social.
En esas etapas cruciales, las personas reciben mensajes que indican “los hombres hacen estas cosas; las mujeres tales otras” y van aprendiendo diferencias que pueden ser necesarias para su desarrollo, aunque muchos mensajes son estereotipos del ser varón o del ser mujer.
Los padres, en el interior de la familia, deben evitar los estereotipos que conduzcan a relaciones desiguales entre varones y mujeres, así como reafirmar a los adolescentes en su masculinidad o feminidad, dándoles respuestas a sus dudas respecto a los cambios que experimentan.
El rol de genero, está referido a la función, al papel que se asigna a él o ella, en su condición de varón o mujer. En nuestro país, por ejemplo, mayormente se supone que “el varón debe hacer los trabajos más rudos y pesados” y “las mujeres las tareas domesticas como cocinar, cuidar a los niños” o bien plantearse que “a los varones les corresponde la función laboral” y “a las mujeres el rol domestico”.
Generalmente este comportamiento corresponde a los usos y costumbres del lugar y la época. El patriarcado o el machismo son formas de expresión en cuanto a establecer estereotipos de “lo que significa comportarse como varón o comportarse como mujer” en relaciones equitativas.
Actualmente, los roles tradicionales tienden a transformarse en otros más democráticos, flexibles e igualitarios, generando mayor armonía y bienestar familiar, cambios en los que la mujer está desempeñando un rol protagónico a su incorporación al trabajo y a la elevación de su nivel de estudio y de información.
La orientación sexual, es entendida como el sentimiento intimo, el gusto o preferencia que asume la persona para elegir su pareja en lo afectivo o en lo amoroso, está ligada al erotismo, es decir, a la posibilidad de sentir placer y manifestar afecto. La orientación sexual de la población es heterosexual, sin embargo, existen homosexuales, cuya orientación sexual es por alguien de su propio sexo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante visión de la sexualidad desde un punto de vista educativo y social.